El Gobierno consiguió, previsiblemente, retirar del mercado otros $3,788 billones, al colocar entre los bancos un nuevo título de deuda en pesos, emitido a tasa variable, con vencimiento a fin de noviembre y utilizable para integrar la porción de encajes, que se endureció hasta niveles casi inéditos desde hoy.
“La Secretaría de Finanzas anuncia que en la licitación del día de la fecha adjudicó $3,788 billones, habiendo recibido ofertas por un total de $3,799 billones. TAMAR a: 28/11/25 (M28N5) $3,788 billones a +1,00% TNA. Esta licitación contribuye a completar el objetivo de absorción monetaria luego de la suba de encajes implementada por el BCRA“, se apresuró a comunicar al mercado por redes (como es su costumbre) el encargado de esa área del Ministerio de Economía, Pablo Quirno.
El costo de esta colocación, tomando en cuenta que la tasa Tamar se ubica en el 49,94% anual, parte de casi 51% anual, lo que aumenta la presión sobre el superávit financiero del Tesoro Nacional, que ya desapareció en julio.
“Fue una licitación atípica, con un solo instrumento y dirigida exclusivamente a bancos. El bono Tamar terminó saliendo a un spread bajo (1%) relativo a lo que fue la licitación de la semana pasada (6%-7,5%). Esto era esperable porque era el único instrumento elegible para cumplir la integración de los nuevos encajes. De cualquier manera, incluso este spread del 1% sobre Tamar implica una tasa real muy alta en términos históricos”, explicaron desde Puente.
El objetivo de la administración Milei, que llegó al Gobierno proponiendo la dolarización, es, paradójicamente, quitarle combustible a la demanda de dólares. Se trata de un propósito con fines electoralistas, que apunta a evitar cualquier posible traslado a precios de una suba del dólar que ponga en riesgo una mayor baja de la inflación. Aunque, a la vez, algunos voceros oficiales ya dieron por muerto el denominado pass through, al notar que el aumento del 13,6% que tuvo el billete en julio habría tenido un muy bajo impacto.
De allí que volvió a favorecer una integración de encajes con bonos remunerados (lo usual es que no pague nada y se constituyan a tasa cero) solo dos semanas después de haber recortado en buena medida ese beneficio y tras haberlo señalado como una distorsión.
La contracara de esta nueva aspiración monetaria, al tender a asegurar una escasez de pesos —a menos que arranque el denominado “plan colchón”—, será un escenario caracterizado por las altas tasas de interés, coinciden en advertir los economistas, que ya se ubican, en términos reales, en terrenos inéditamente positivos.
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